LA FIESTA
El Capi Rodriguez abría la
primera botella de champagne Cristal cuando sonó el timbre de la puerta. Se
apresuro para recibir a sus primeros invitados. Era Luis Comonfort y su esposa,
Bella, dueños de una prominente agencia de bienes raíces. Luis vestía una
chaqueta casual de La Coste y Bella muy elegante en un conjunto sencillo de
Versace. El Capi Rodríguez los saludo alegremente, feliz de verlos,
invitándolos a pasar. Su esposa, Samantha, alta, güera y radiante en un vestido
largo de Purificacion Garcia y zapatillas altas de Christian Louboutin, recibió
a los invitados con la champagne en elegantes copas de Baccarat. Mientras
charlaban en la estancia sonó de nuevo el timbre. Samantha acudió al llamado y
ahí en la puerta estaban la pareja mas deslumbrante de la ciudad, Andrés
Rubalcaba, embajador de Panama en el país y su esposa Ximena, una trigueña alta
de resplandeciente cabello negro vistiendo falda corta de Chanel y zapatillas
de Jimmy Choo que acentuaban sus piernas largas, muy largas.
Las tres parejas se dirigieron
a la sala de estar. Mientras degustaban del buen vino, como buen anfitrión el
Capi Rodriguez les enseñaba su colección de arte, especialmente los óleos que
adornaban sus paredes. El Capi Rodríguez vestía una chamarra de cuero negro de
Alexander McQueen con su inseparable gorra de Golf, aunque no practicaba el
deporte. Lo suyo era el arte y el mar. En eso llego Jesus Martinez , Notario
Publico, alto y delgado luciendo una chaqueta de Armani, y su reciente esposa,
Laura, dueña de una cadena de hoteles locales y amante de las blusas escotadas
de Dior, que esa noche dejaban ver sus encantos. Al poco rato llegaron Mauricio Mendoza y Cristina, dueños del
Hospital Mendoza, muy guapos vistiendo denim casual del Corte Ingles y
cínicamente bronceados por unas largas y fastuosas vacaciones en el
Mediterráneo.
Y allí estaban todos, ya
reunidos como era costumbre, el primer Viernes de cada mes.
Se abrieron otras dos, tres
botellas del fino champagne. Las mujeres charlaban alegremente mientras el Capi
Rodriguez amenizaba a los hombres con historias de alta mar. Mauricio Mendoza
servia despreocupadamente el champagne para todos los invitados.
Bebieron, platicaron, se
miraron, se enamoraron, todos, como en todos sus encuentros.
Después de un rato, las
mujeres, como en un rito ancestral, sonrientes y en carcajadas risueñas y
silenciosas subieron todas a la recamara principal, mientras los hombres se
retiraron a la sala de estar para el Cognac y
el tabaco. El Capi Rodriguez encendío la chimenea, luego amenizo el
ambiente con fina música de Sade, Love Deluxe. Amor de Lujo. Los hombres
bebieron Cognac mientras fumaban puros Te Amo, tranquilos y relajados.
Arriba, en la recamara, las
mujeres se arreglaban para la noche, desvistiendose para quedar completamente
desnudas salvo sus zapatillas. Samantha, la anfitriona, extendía el cabello de
sus invitadas y las rociaba con exquisitas fragancias para el amor. Alegres,
desnudas, llenas de lujo y champagne, las mujeres reían, se besaban y abrazaban
entre si, anticipando los eventos que les esperaban esa noche. Cuando todas
estaban listas, salieron de la recamara y descendieron las escaleras, listas
para el amor.
Al escuchar los tacones
descender por las escaleras, los hombres se empezaron a desvestir lentamente
mientras las mujeres entraban a la sala de estar, todas preciosamente desnudas
luciendo tan solo finas fragancias de Chanel, Gucci, Láncome y Givenchy, sus
senos danzando en la sala junto a las llamas de la chimenea, sus pubis
finamente delineados bailando entre el crepúsculo de las ansias humanas y el
bien y el mal…nada se distinguía. En el aire solo reinaba el amor y el
bienestar…la perfecta comunidad humana.
Los hombres, trastornados por
el Cognac y el olor de los finos perfumes, tomaron a la mujer de su
elección, besandolas, tocadondolas,
abrazandolas apasionadamente, y ahí comenzó La Fiesta.
Fin
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