"Esperando"
Acuarela por Leo Mondragón
Arte Fino Mexicano
“Esperando”
Un cuentito de Leo Mondragón
Un día mientras contemplaba la vasta inmensidad del ocio, mi mano
tomo mi alma y juntos salimos a caminar por ahí. El día era fresco, apenas
soplaban los primeros aires de la tarde, y el sol se preparaba para descender
lenta y lánguidamente sobre el horizonte.
Tome una vereda que me guiaba hacia lo alto de un monte cercano.
La hierba estaba verde y había muchas flores silvestres creciendo por doquier.
Siempre me ha gustado esta estación del año. Era una tarde perfecta, llena de
luz y calor. Un colibrí paso frente a mi. Con sus pequeñas alas hizo un alto
total en el aire, me vio directamente a los ojos una fracción de segundo, y
siguió su trayectoria. Amo estas aves. Amo el aire que las levanta, amo la luz
del sol que refleja sus colores, amo las flores que las alimentan. Amo la
sangre que bombea su corazoncito y le da energía para volar a mil por hora
entre las maravillas del Creador.
Contemple al colibrí mientras se alejaba y seguí adelante.
Mientras caminaba, de repente me di cuenta que iba flotando sobre
el camino. Trate de ver mis manos, no estaban ahí. Había unas alas que se
movían frenéticamente. Frente a mi podía visualizar un largo pico. Vi hacia
abajo y una colita de plumas se movía dirigiendo mi camino. Me espante! Mucho!
Trate de tomar aliento, respirando agitadamente, moví mis manos-alas y me di
cuanta de que podía sostenerme en el aire, sin embargo, al dejar de hacerlo,
caí al suelo. En la tierra me di cuenta de que si tenia patitas, diminutas
patitas de pájaro. Trate de caminar pero solo daba pequeños brincos. No me
gusto el suelo, inmediatamente me sentí inseguro y agite desesperadamente mis
manos-alas. En un suspiro estaba de nuevo en el aire.
Estaba volando!
Volando!
Como pude llegue a la ramita de un arbusto y me pose ahí, quería
recuperar mi aliento y tomar tiempo para pensar en mi situación. En eso,
escuche una diminuta voz que decía HOLA, HOLA, HOLA!
Volteé para ver y vi al colibrí que había visto hace un rato. Sus
ojos eran muy grandes y amables.
HOLA! Eres nuevo aquí en el reino del aire?
Trate de contestarle. Mi largo pico balbuceaba puras
incoherencias. PIK! PIK! PIK! Fue todo
lo que pude decir.
Espera, no hables con el pico, habla con la mente y con el
corazón, así te saldrán las palabras! Me decía el colibrí.
Cerré mis ojos e hice como
si mi corazón hablara. Me salieron las palabras.
Hola colibrí! Le dije.
Hola! Me contesto! Bienvenido!
Gracias! Creo que perdí la razón y estoy desorientado, pues hace
un momento era humano, y ahora soy colibrí. Como te llamas?
Lo siento, aquí no tenemos nombres, todos nosotros somos iguales.
Yo soy colibrí, y tu eres colibrí.
En mi mente el sonido de nuestra conversación era español, pero
algo muy dentro me decía que el sonido afuera solo eran PIK! PIK! PIK! PIK!
Bienvenido al reino del aire! Me dijo el colibrí. Ven, te enseñare
a usar tus alas!
El colibrí dio varias vueltas volando en el aire. Arriba, abajo,
en círculos, de cabeza, de frente, todo eso en la mitad de un milisegundo.
Yo no puedo hacer eso! Le dije.
Claro que si! Me respondió, solo tienes que ver como le hago y
sigue el movimiento! Como pude di piruetas en el aire y después de varios
intentos pude lograr un vuelo decente. Mientras practicaba mi vuelo, en mi
mente olvide que hace un rato era humano y empecé a pensar como colibrí. El
tiempo se hizo mucho mas corto, y aunque la hierba, los arbustos y el campo eran
enormes, las distancias eran mucho mas cercanas debido a mi increíble capacidad
de volar rapidísimo. Me empezó a gustar la transformación. Volé y volé por
doquier con este nuevo regalo que se me había entregado.
Mi amigo el colibrí me alcanzo y juntos jugamos a alcanzarnos. Por
alguna razón ya no sentía el paso del tiempo, este se detuvo, como cuando uno
es inmensamente feliz, el tiempo deja de existir. Solo existían instantes
llenos de magia y felicidad.
Después de un rato, mi amigo el colibrí me enseño a libar la miel
de las flores. Juntos íbamos de flor en flor, algunas flores tenían mas miel
que otras. Me gustaba el sabor de la miel, después de unas cuantas flores, mi
pequeño estomago de colibrí se lleno. Así de fácil y sencillo era mantenerse
con vida en este mundo, solo tomar un poco de miel de las flores sin hacerles
daño… nada como en mi mundo, donde tenemos que matar plantas y animales de
forma indiscriminada para subsistir.
Que horrible mundo el mio. Me sentí lleno de vergüenza. Mi amigo
el colibrí presintió mi pesar y me dijo que si, el mundo de donde vengo es
cruel y vil, y que lo peor es que no hacíamos nada para cambiar nuestra
naturaleza.
Estuvimos juntos un rato, platicando, hasta que me dijo que se
tenia que ir. Me dijo que siempre podría volver a el, para juntos surcar el
cielo. Me sonrió y se fue, volando hasta
que se perdió entre las flores y la hierba del campo.
Yo me pose ahí, sobe una flor, no sabia que hacer. Decidí esperar
un rato y ahí me quede, esperando.
Esperando.
Esperando.
La decisión era mía, de quedarme en este mundo, natural, tan
maravilloso, junto a mi amigo el colibrí, aquí, lejos de la ciudad, lejos de la
realidad, lejos de las vicisitudes humanas. Lejos de mi, de mis pasiones, de
mis sueños, querencias y añoranzas. Lejos del mal, lejos de la ira, de las
guerras, de las desigualdades sociales que no nos dejan avanzar hacia la
integración de la raza humana. Lejos del odio y del dolor de la tierra que
exclama sálvame, sálvame… SÁLVAME! del olvido de la historia…sálvame de tu ira,
hombre infinito, sálvame de ti!
El aire de la tarde surcaba mis pequeñas plumas de colibrí. Sentí
los últimos rayos del calor solar iluminar mis colores. Cerré los ojos y sentí
la inmensa sensación de paz que este pequeño cuerpo me transmitía. Sentí que en
mi pequeño cuerpo de colibrí cabía toda la gloriosa majestuosidad del universo.
Con mis ojos cerrados pedí al cielo transformarme en humano de
nuevo, abrí los ojos y ahí estaba, de nuevo, con mis dos patotas sobre el
suelo.
Me sentí inmensamente feliz por mi experiencia como colibrí y corrí a casa, para escribir
este cuento.
Fin.
Me encantó... <3
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