domingo, 9 de enero de 2011

LIBELULAS Y CHINOS EN UNA TARDE DE DOMINGO

Sin Titulo....oleo sobre tela, enero 2011



Nunca me han gustado mucho las tardes de Domingo.

Últimamente se me hacen eternas.

Antes iba a Misa en las tardes de domingo. Pero de repente deje de hacerlo. No sé por qué. Simplemente un domingo ya no fui, ni el otro, ni el otro…pero mi fe nunca me ha dejado. No la perdí por dejar de asistir a las misas. Tal vez me di cuenta de que cuando la misa termina, todo sigue igual en el mundo. El rico vuelve a sus riquezas y el pobre a sus pobrezas…como dice la canción…nada cambia. Además en la iglesia donde me gustaba ir, el padrecito era un viejecito que ya ni se le entendía lo que decía. O lo cambiaron por uno que no tenía convicción en su voz ni en su enseñanza. Algo así, no sé.

Ayer pinte esta obra, ahorita que en estos días estudio las corrientes de pintura oriental. Me costó 8 putas horas pintarla y al final no me gusto. De puro coraje me dormí casi todo el día, resultado de la desvelada. Todo mundo dice que me voy a morir si me sigo desvelando, y apenas un doctor me dijo que estoy bien sanote. Que contraste!

Me fui despertando muy entrada la tarde, la tarde de hoy domingo, justo cuando a la patrona se le antojo la comida china. Arrastro mi somnoliento trasero hacia los chinos y su grasosa comida. Diablos! Entre el arrocito, camarones, verduras salteadas y salsa de soya vi las libélulas de mi cuadrito volando, haciendo piruetas en el aire, para bajar surcando el aire a toda velocidad y sumergirse como kamikazes en mi té helado, saliendo alborotadas por debajo de la mesa y entre mi short. Vaya desvelada! Ya estaba alucinando!

Se me hizo curioso que por ser un restaurant chino no había ningún solo chino de empleado. Ni siquiera el dueño es chino, creo. En el Wall Mart cerca de casa hay un localito de comida china. Ahí si son de China las dueñas. Hasta hablan en chino y demás. Siempre que paso por ahí y las veo recuerdo lo que me decía un amigo de la secundaria, que las chinitas tienen la vagina de lado, como un ojo, y sus bellitos largos y lacios como las pestañas de un burrito. Vaya imaginación de mi amigo! Pero no lo culpo, esa etapa de la secundaria es cuando los hombres somos más estupidos. En el restaurant de hoy no había ni un solo chino. Ni los meseros, ni la cajera, ni los cocineros. Solo había libélulas volando a mi alrededor en mi somnolienta tarde de Domingo…