miércoles, 25 de mayo de 2011

Los Cafeteros


"Flores para la Reina" 40 x 50 cms. oleo sobre tela por Leo Mondragon


Los Cafeteros

Un cuentito de Leo Mondragón

Esta era una vez la historia de tres amigos que se reunían muy frecuentemente en un Café local de mi comunidad. Buenos mozos y amenos todos. En esos tiempos, yo estaba pasando momentos difíciles en mi vida, por lo cual, en algunas noches, sentía la necesidad de salir y sentirme parte del mundo real. En este buen Café cerca de casa, encontré dicha cercanía al mundo, y después de varias noches solitarias tomando mi café, me percate de estos personajes, haciéndome la costumbre de sentarme cerca de su mesa para secretamente tratar de escuchar sus pláticas, mismas que amenizaban con el delicioso café del lugar.

No es que me gustara espiar. Solo encontré en mi espionaje de estos personajes, un pequeño y secreto placer al seguir sus pláticas, llenas de colorido y fantasías, que de algún modo complementaban mis noches solitarias.

Uno era artista pintor, otro era escritor, y el otro un músico fracasado, pero fracasado en grande. No miserias! Era uno de esos fracasados que deberían darles algún tipo de merito a la completa in-u-ti-li-dad musical.

De sus nombres no me acuerdo, pero de sus platicas entre ellos sí. Siempre hablaban de la vida, el país, la política, el mundo, pero, sobre todo, de lo que más hablaban, era de su amor por una mujer. Una mujer, según ellos, bella, muy bella y misteriosa, de la cual nunca pronunciaban su nombre, como si fuera un secreto de Estado, un secreto superior, de esos que se guardan con recelo, como un sueño, la mujer era como una fantasma.

Esa noche, después de contar las nuevas del día, la plática se tornaba alrededor de dicha musa.

P: Pintor: hoy le he pintado a mi musa una obra que denomine “Flores para la Reina” (el pintor siempre se refería a ella como su musa.)

E: Escritor: Hoy le he escrito tres correos y dos msj de texto a mi reina y no me contesto ni uno…(el escritor siempre se refería a ella como su reina.)

M: Músico fracasado: Hoy a mi me pareció oler el perfume de su cabello en una hermosa melodía de Beethoven…(el músico fracasado siempre se refería a ella como su música)

P: No inventes, como se puede oler un perfume en una melodía? De seguro tienes el CD porque tú no habrías tocado la pieza…

M: a decir verdad, es muy difícil imitar a Beethoven…lo intente pero no me salió… y sí, tengo el CD…

E: Eres chafa como tu solo mi amigo músico…jejejej!!!

Los tres personajes seguían hablando de esa mujer misteriosa! Yo estaba felizmente entretenido, parando oreja discretamente a un lado por lo que ellos tenían que decir. Sin embargo, los acontecimientos de esa noche guardaban algo diferente. Algo diferente, completamente inusual e inesperado sucedió!

Esa noche, por la puerta del Café, ella entro. Ella! Mis vecinos cafeteros seguían en su amena charla cuando uno de ellos la vio y les señalo a los demás. Todos se quedaron bocabiertos de la sorpresa! Al acercarse la dama, ellos se pararon y le ofrecieron sentarse. Todos sin excepción se tornaron de mil colores! Fue ahí cuando supe que todos estos perdedores estaban enamorados de la misma mujer. Era ella la protagonista de todas sus pláticas. La misma mujer! La musa, la reina, la música, ella era la misma mujer! Que perdedores! Como que no se dieron cuenta! Hasta ahora!

Yo voltee a ver a la mujer. Mi aliento se me fue. Me escondí detrás de mi servilleta de mesa mientras la veía. Ella vestía unos jeans muy azules, una blusa morada y altas botas cafés. Su largo cabello caía sobre sus hombros y espalda como la noche cae sobre los montes de mi tierra Mexicana. Perfectamente maquillada con su sonrisa de un tenue rojo escarlata, se acerco a mis vecinos de mesa y les dijo en voz clara lo siguiente: “Amor, amores todos, se que todos ustedes me aman, y solo les diré lo siguiente…mi cumpleaños se acerca, y solo el que tendrá el mejor regalo, me hará feliz! Así que mis queridos enamorados, tienen mucho que hacer! Les recomiendo que dejen de malgastar su tiempo platicando de mi y se pongan a trabajar…ustedes dirán!

Mis pobres amigos no supieron que decir! Reí fuertemente dentro de mí después del desenlace de la historia de mis vecinos cafeteros. Que atorón les dio a estos pobres bastardos! Sin más, ella salió del café, yo la vi mientras salía y el movimiento de sus bellas caderas trajo de nuevo el color a mis mejillas. Llame a la mesera, le pedí mi cuenta, pague, deje una propina, y salí del café. Camino a casa, la fría realidad cayó sobre mí como un balde de agua helada, pues yo estaba enamorado de la misma mujer. Si, de la misma mujer! La misma mujer de la cual mis vecinos del café estaban enamorados! Que pequeño es el pendejo mundo! Y yo quien era más que un pescador solitario, mi única preocupación era pescar cuatetes y amar a esta mujer!!! Si, yo soy un pescador! Toda mi vida se basaba en recordar sus besos en la brisa del mar y en mis cuatetes! Pero no me iba a quedar atrás…yo también quería concursar por su amor, así que me decidí trabajar día y noche para ganar esta competencia a la cual nos había sometido la reina, la musa, la música, mi brisa del mar, como yo le he llegado a llamar…y que gane el mejor! Con este pensamiento me dirigí a casa.

La noche de los cafeteros había terminado. Pero solo por hoy…
Fin.