lunes, 14 de noviembre de 2011

Ceguera



Ceguera
Por Leo Mondragón

Desperté después de una noche muy inquieta. Abrí los ojos y no pude ver nada, todo estaba oscuro. Busque mi alarma en el buro al lado de mi cama, pensando que aun era de noche, buscando entre la oscuridad con mi mano. La encontré y la acerque a mi cara. No la pude ver. Pero si la podía escuchar. Tic-tac, tic-tac, tic-tac. Acerque mi otra mano, no la pude ver tampoco. Me levante de la cama. Trate de ver a mí alrededor. No podía ver el piso, ni las paredes, ni las ventanas. Qué extraño, pensé. Me recosté de nuevo y trate de enfocar mi vista en algo. No podía ver nada. Nada. No había ni un solo rayito minúsculo de luz entrando por mis ojos. Busque de nuevo en mi buro, encontré el encendedor de mis cigarrillos, lo acerque a mi rostro y lo encendí. No podía ver la flama. Sentí su calor cerca de mis dedos, pero no lo podía ver. En ese instante, la verdad cayó sobre mí, derrumbando mis sentidos. Lo que tanto tiempo temí, había sucedido.

Me había quedado ciego.

Comencé a llorar. Mi pensamiento se fue inmediatamente hacia ti. Como te lo iba a decir? Ya no me amaras! Fue lo primero que pensé. Saldrás a buscarte unos de esos jóvenes fuertes y sanos que abundan por ahí, y me dejaras en el más completo de los olvidos. No puedo quedarme ciego, pensé! No puedo! Grite de miedo y horror en mi cama! Grite mucho! Durante mucho tiempo! Después de un rato, quede exhausto, sentí mi almohada muy mojada con mi llanto. Me quede quieto, ahí acostado, pensando que hacer. Que hacer…que haces cuando de repente pierdes la vista?
Tal vez ya lo venia sintiendo desde hace tiempo. Ya venía perdiendo la vista y tal vez no lo quería aceptar. No sé por qué. Tal vez porque nuestra naturaleza es no aceptar las cosas que nos hieren sino hasta el último momento que humanamente se pueda. Algo así como la espera del fin. No sabes si realmente va a suceder hasta que lo tienes merito enfrente, ese fin, sea cual sea. Un condenado a muerte acepta que va a morir solo cuando siente que el piso se desploma por debajo de él y la soga apretarse en su cuello. Hasta ese instante, la esperanza le suelta y se va corriendo hacia alguien más que la necesita, pues el ya estás muerto y no tendrá uso de ella, de esa esperanza.

Al pensar en esto, sentí la esperanza dejarme a mí. Ya estaba ciego. Había perdido la vista.

Paso por mi mente quitarme la vida. Quitármela! Quien me condenaría! Nadie, pues mi vida es mía, mía para hacer de ella lo que quiera, quitármela si lo deseo! Pero sabría que no lo haría. Haría todo menos hacerte sentir lástima por mí.

Y ahora que voy a hacer con mi vida! Como continuar con ella? Mil pensamientos empezaron a cruzar por mi mente. Como voy a trabajar? Como lograre el sustento? Ya no podre pintar, ni escribir. Quien me daría empleo? Tendré que salir a mendigar? Necesitare un perro? Y como lo mantendría? Ya no podre hacer lo que más me gusta. Nunca. Nunca más. No podre ver el amanecer. Ni las flores, ni la luna plateada. Ni el brillar de tus ojos en tus fotografías, en las únicas cosas que tengo de ti, tus fotografías. Dios, el brillar de tus ojos…Porque has traído esta desgracia a mi vida Dios mío!

Tu foto! Tu foto! Ahora mi única ancla al mundo real!  Busque tu foto junto a mi cama. Tome el marco y lo abrace a mi pecho. Como viviré sin ver mis recuerdos!
Amor, amor…como decirte que he perdido la vista…como decírtelo!

Busque el teléfono. Lo deje por ahí, no recuerdo donde. A tientas lo busque y no lo encontré. No lo encontrare al menos que alguien llame. Y sé que nadie llamara, desde hace mucho nadie llama, desde aquel día en que estúpidamente tuve que decirte adiós. Como llamarte y decirte que vinieras por mí, que estuvieras aquí conmigo y me acompañaras en este momento de terrible soledad.

El peso del destino cayó sobre mí como una enorme ola fría del mar, arrastrándome hacia abajo y fuera del alcance del aire.

Me levante de mi cama, envuelto en esa completa oscuridad. Como pude me vestí. Me abrigue y me dispuse a salir de casa. No sabía qué hora era. No sabía que iba a hacer. No sabía cómo caminaría por las calles, como tomar algún transporte, como pagar…no sabía que sería de mi vida de hoy en adelante, ciego, solo, y sin ti.

Sin ti.