martes, 8 de mayo de 2012

                                             "El Nahuarmadillo" fotografía digital con Mascara Ceremonial de la Alta Sierra de  Guerrero

Premoniciones de una Guerra Civil
Por Leo Mondragón 

En estas noches de luna llena me he transformado a mi verdadero ser una vez más. El Nahuarmadillo que vive en mi sale a vivir su vida.

Camino por la tarde de esta vida en mi ceguera humana, veo todo cuanto ocurre con ojos distraídos de Nahuarmadillo sin entender. Veo ciegamente cosas que los demás ven con claridad pero para mí, estos secretos son impenetrables.  

Cae la tarde y siento que la cuidad me abraza con grises matizados y colores tenues de amarillo champagne y negro. Veo silenciosamente las calles mientras los edificios escupen a mis hermanos humanos a las siete de la noche como si quisieran librarse de este mal de sus entrañas. La ciudad no los quiere y los escupen a la merced de la noche. Sus edificios no los quieren. Son dañinos para su subsistir. Yo me agazapo en las oscuras esquinas y veo este fenómeno de la naturaleza. El hombre y sus líderes construyen estos enormes edificios con grandes sacrificios y estos escupen a mis hermanos como se escupe algo podrido. Que pasara dentro de estos edificios? Porque no querrán a mis hermanos humanos?  Que crímenes ocultaran sus grandes puertas de cristal templado con letras pintadas en oro y paredes teñidas del color carmesí de la sangre?

Veo a miles y miles de mis hermanos escupidos de estos grandes edificios humanos. Y veo como salen para poblar insensiblemente la noche. 

A lo lejos en las pirámides abandonadas por el tiempo veo los espíritus de guerreros de antaño afilar sus machetes. Están listos para luchar. 

Yo quiero entender y no puedo. Enfoco mis sentidos hacia lo que comprendo. Escucho a lo lejos y muy cercas el llanto de la Llorona. Sus gritos inundan mí alrededor. Soy el único ser que aun escucha a la Llorona empezar sus pesares en las tardes, escucho sus gritos y melancolías haciéndose más lastimosas mientras avanza la tarde y la noche abraza la ciudad. Ella y yo tenemos la misma condición. Por eso la escucho. Me acerco a sus gritos, camino por las calles para acercarme a ella. Finalmente alcanzo sus agudos.  Y la veo. 

Hoy viste de gris de nuevo. Gris como el sentir de mis hermanos proletarios escupidos de los edificios por sus líderes. Allí esta. Ella me ve y grita lastimosamente al cielo sus gritos de desesperanza! No se si llora por ella o por sus hijos. Sus hijos mis hermanos. La gente que camina hacia sus casas de cartón o fiadas no la escuchan. Sus oídos ya se acostumbraron tanto a sus llantos de miseria que ya no la escuchan de verdad. La miseria apaga sus gritos. Ellos, mis hermanos, no saben de amores, por eso no saben lo que es el martirio. 

La veo y me alejo de ella y de mis hermanos a su alrededor. No comprendo porque no la ven y no la escuchan. La Llorona que es igual a la condición humana de mis hermanos. Con mis pequeñas patitas de Nahuarmadillo corro hacia los Metros y veo a mi gente subirse a esa lombriz inmunda de metal y veo que los escupe de nuevo en todas las estaciones. Ni el Metro quiere a mis hermanos. Que nos ha pasado? Porque ni una de sus edificaciones los quiere? Quiero ir hacia ellos y confortarlos de su dolor. Todos bajan del Metro cabizbajos por ser animalejos non-gratos en sus entrañas.

Yo no entiendo a mis hermanos cabizbajos. Quisiera que anduvieran por la vida con las cabezas erguidas y orgullosas de ser. Donde ha quedado el orgullo de mis hermanos humanos de mi tierra? Gritan sangre por las injusticias, pero sus gritos son internos. Nadie los escucha más que yo y sus subconscientes.

De entre mi y mi dolor aflora mi nahual y corro hacia la Llorona de nuevo. Sé que tengo que acabar con ella. Llego hacia ella y esta agachada en una esquina, como una puta esperando el cliente que nunca llegara y llorando por ello. Esto me mata. No puedo acabar contra quien ya esta acabada. Mas bien, tengo que darle vida. Me agazapo junto a ella para esperar al alba, la abrazo y me tomo sus lagrimas, y junto con ella, grito mis desesperanzas al viento quedito de la madrugada. Y el viento frio de la madrugada me hace despertar. Oh gran é inmenso frio de la madrugada! Viento que da vida al alma de los humanos y seres de la noche  por igual! Lléname de vida mi alma y no me hagas débil ante los escudos del capitalismo humano!

Cansado de tomarme sus lágrimas, levanto a esta puta quejumbrosa y le levanto el cuello suavemente con mis manos. Le susurro cosas al oído y ella milagrosamente me escucha. Le digo que ya basta de llorar. Ella me ve y observo como se prenden sus ojos en color rojo Carmesí. Al iluminarse, los guerreros de antaño afilando sus machetes en los altos de las pirámides se paran para voltearse al sol naciente, cantando y bailando en unísono canciones de guerra, mientras todo el valle de mi tierra se une al grito de guerra, listos para conquistar lo perdido! La nobleza, la justicia, el entendimiento razonable de las razas.

La condición humana. La igualdad social entre mis hermanos. 

Yo, Nahuarmadillo, blando mi machete al aire y grito con todo mi ser su canción de guerra, mientras cientos de miles de pies retumban la tierra que nos vio nacer, encaminados hacia la batalla…

La batalla que sé que ganaremos.