miércoles, 9 de abril de 2014

LA FIESTA



LA FIESTA


Un Cuentito de Leo Mondragón



El Capi Rodriguez abría la primera botella de champagne Cristal cuando sonó el timbre de la puerta. Se apresuro para recibir a sus primeros invitados. Era Luis Comonfort y su esposa, Bella, dueños de una prominente agencia de bienes raíces. Luis vestía una chaqueta casual de La Coste y Bella muy elegante en un conjunto sencillo de Versace. El Capi Rodríguez los saludo alegremente, feliz de verlos, invitándolos a pasar. Su esposa, Samantha, alta, güera y radiante en un vestido largo de Purificacion Garcia y zapatillas altas de Christian Louboutin, recibió a los invitados con la champagne en elegantes copas de Baccarat. Mientras charlaban en la estancia sonó de nuevo el timbre. Samantha acudió al llamado y ahí en la puerta estaban la pareja mas deslumbrante de la ciudad, Andrés Rubalcaba, embajador de Panama en el país y su esposa Ximena, una trigueña alta de resplandeciente cabello negro vistiendo falda corta de Chanel y zapatillas de Jimmy Choo que acentuaban sus piernas largas, muy largas.


Las tres parejas se dirigieron a la sala de estar. Mientras degustaban del buen vino, como buen anfitrión el Capi Rodriguez les enseñaba su colección de arte, especialmente los óleos que adornaban sus paredes. El Capi Rodríguez vestía una chamarra de cuero negro de Alexander McQueen con su inseparable gorra de Golf, aunque no practicaba el deporte. Lo suyo era el arte y el mar. En eso llego Jesus Martinez , Notario Publico, alto y delgado luciendo una chaqueta de Armani, y su reciente esposa, Laura, dueña de una cadena de hoteles locales y amante de las blusas escotadas de Dior, que esa noche dejaban ver sus encantos. Al poco rato llegaron  Mauricio Mendoza y Cristina, dueños del Hospital Mendoza, muy guapos vistiendo denim casual del Corte Ingles y cínicamente bronceados por unas largas y fastuosas vacaciones en el Mediterráneo.


Y allí estaban todos, ya reunidos como era costumbre, el primer Viernes de cada mes.


Se abrieron otras dos, tres botellas del fino champagne. Las mujeres charlaban alegremente mientras el Capi Rodriguez amenizaba a los hombres con historias de alta mar. Mauricio Mendoza servia despreocupadamente el champagne para todos los invitados.


Bebieron, platicaron, se miraron, se enamoraron, todos, como en todos sus encuentros.


Después de un rato, las mujeres, como en un rito ancestral, sonrientes y en carcajadas risueñas y silenciosas subieron todas a la recamara principal, mientras los hombres se retiraron a la sala de estar para el Cognac y  el tabaco. El Capi Rodriguez encendío la chimenea, luego amenizo el ambiente con fina música de Sade, Love Deluxe. Amor de Lujo. Los hombres bebieron Cognac mientras fumaban puros Te Amo, tranquilos y relajados.


Arriba, en la recamara, las mujeres se arreglaban para la noche, desvistiendose para quedar completamente desnudas salvo sus zapatillas. Samantha, la anfitriona, extendía el cabello de sus invitadas y las rociaba con exquisitas fragancias para el amor. Alegres, desnudas, llenas de lujo y champagne, las mujeres reían, se besaban y abrazaban entre si, anticipando los eventos que les esperaban esa noche. Cuando todas estaban listas, salieron de la recamara y descendieron las escaleras, listas para el amor.


Al escuchar los tacones descender por las escaleras, los hombres se empezaron a desvestir lentamente mientras las mujeres entraban a la sala de estar, todas preciosamente desnudas luciendo tan solo finas fragancias de Chanel, Gucci, Láncome y Givenchy, sus senos danzando en la sala junto a las llamas de la chimenea, sus pubis finamente delineados bailando entre el crepúsculo de las ansias humanas y el bien y el mal…nada se distinguía. En el aire solo reinaba el amor y el bienestar…la perfecta comunidad humana.


Los hombres, trastornados por el Cognac y el olor de los finos perfumes, tomaron a la mujer de su elección,  besandolas, tocadondolas, abrazandolas apasionadamente, y ahí comenzó La Fiesta.


Fin