viernes, 11 de marzo de 2011

POR LA CALLE DE LA AMARGURA...PARTE UNO


Ese día andaba yo por la calle de la amargura. No me calentaba ni el sol. Que por cierto, ni se asomaba a través del smog de la ciudad. Ni un solo cliente. Ni un solo pesito ganado. Nada chingao. Todo estaba más muerto que una rata que acababa de ver aplastada en el asfalto. Muerto por completo.

Ya habrán adivinado mi oficio. Soy músico. Músico violinista. De la calle. Lo mas bajo de lo mas bajo… Toco rolitas a mis peatonales clientes. La Vikina, las Mañanitas, Gavilán o Paloma…no se, ustedes pidan cualquier mamada…me las ingeniaba ´pa un barito…

Si, lo sé, el oficio de músico callejero tiene que ser el oficio más culero del mundo. Estoy tan bajo en la escala laboral que ni siquiera me dejan entrar al metro a mendigar rolitas. Por lo general doy conciertos privados por unos pesitos cerca de aglomeraciones humanas, estaciones de combis, sitios de taxis, taquerías nocturnas, pulquerías, tienditas, restoranes de tercera y demás…A veces me dejan entrar en las cocinas económicas. En Garibaldi la semana pasada me corrieron a madrazos unos mariachis que a leguas se ven que eran puñales. Mira que andar en botines y jins ajustados negros, putos todos. Pero algun dia me la iban a pagar estos puñales. esto me lo prometi, al chiquito rato.

Volviendo al tema, ese día no había tocado ni madres. No había ganado ni madres. Por el rugir de mi panza supe que ya era el medio día. En la esquina de la calle que caminaba estaba una torteria. Busque muy dentro en mis bolsitas y recupere una monedita de 10 baros. Me metí a la torteria y vi los precios. Jamon, 15.00, queso de puerco, 16.00, milanesa 20.00, salchicha con huevo, 22.00…chale, no me alcanzaba. Fui con la chava que atendía y le pregunte si por 10 baritos me daba una de puros frijoles. Se me quedo viendo a mi y a mi violincito con lastima y me dijo que sí. Le pague y espere pacientemente mi tortita, mientras mi panza rugía impacientemente golpeándome la cavidad estomacal. En la mesa de al lado un escuincle gordo se estaba atragantando con una torta doble cubana. Empecé a salivar cañon. Puto escuincle pensé….deja de verme mientras masticas. Ojete!. Le hice señas de que se volteara. Sus papas estaban de espalda. El me miro burlonamente mientras le arrancaba un gran trozo a su torta y lo masticaba lentamente. La mayonesa le escurría por uno de sus gordos cachetes…Puto escuincle! Voltéate cabron!

En eso llego mi tortita de frijolitos. Dios, olía tan bien! Le di la primera mordida y casi me atraganto! Cerré los ojos y empecé a masticar lentamente, ah! que delicia! Esa tortita de frijolitos sabia tan bien! Inmediatamente mi panza dejo de rugir en júbilo y se puso a chambear. En eso sentí algo raro en la boca, que era? Busque entre mi boca y me saque algo largo, tieso y delgado…puta madre, era un pelo, en mi torta de putos frijoles, un pelo de alguien! Me sentí el ser más miserable del mundo. Mira que comprar la torta mas zarrapastrosa del mundo y que trajera un peluchito de regalito…vaya suerte! Vayan a ustedes a saber si era abajeño…que miseria la mía! Puta madre! Por mi mente paso la imagen del tortero rascándose los huevos con una mano mientras preparaba mi torta de frijolitos con la otra…Mientras me sacaba el pelo del hocico el escuincle gordo se estaba cagando de risa en silencio, pues vio todo. En sus ojos me vi el ser más bajo del mundo. Había tocado fondo, el fondo supremo…aquel fondo de la miseria humana que te hace alucinar…

De repente, sentí una mirada que venía del fondo de la torteria. Era un señor vestido con un tacuche negro muy brillosito, de barba de candado, gafas negras y zapatos de charol negros. Contrastaba contra todos los colores de la torteria. Con una larga mano me dio señas de que fuera a su mesa. Asqueado por el pelito que me acababa de sacar de la buchaca, deje mi tortita de mendigos frijolitos y me fui a su mesa. De antemano, al saludo, me saco de onda.

“Hola mi Leo!”

Chale, me quede de a seis…como sabia este wey mi nombre?

“Que tranza ese?” Le pregunte, “como sabes mi nombre?”

De lo que recuerdo, nuestra conversación fue más o menos la misma historia de siempre…en resumidas cuentas me dijo que él era el diablo y que me había estado observando durante mucho tiempo…me ofreció el mundo a mis pies si le vendía mi alma…y a cambio me daría dedos fuertes y educados para tocar mi pendejo violín mejor que el mariquete del Paganini para que dejara mi vida de miserias y la fama y la fortuna tocara a mi puerta como los clientes de la guila mas buena de la ciudad! …Ya saben, todo el chou…pues el diablo es el diablo chingao! Y yo estaba hasta la madre de las miserias de mi vida y mi puto violincito de mierda…que no me habían dejado nada hasta ese momento salvo un peluchito de quien sabe quien en mi tortita paupérrima de frijolitos…

Del si acepte o no esta oferta tentadora, les platicare ´pa la próxima…