jueves, 22 de abril de 2021

Noche de Ópera

Un cuentito de Leo Mondragón

La otra noche me puse mis mejores garritas y me fui a la ópera. El evento fue magno, “Rigoletto” de Giuseppe Verdi! Llegué al teatro a buena hora y tome mi asiento, la sala llena de luces hermosas, candelabros fastuosos, todo el ambiente se sentía de alto lujo que exaltaba los sentidos! Los músicos en frente se acomodaban entre sus instrumentos, nerviosos afinando sus instrumentos porque el espectáculo estaba a punto de comenzar.

Vi a mi alrededor y me dio gusto ver a toda la alta sociedad… de mi colonia. Estaba Doña Jovita la de la tortillería, Matías el de la refaccionaria, la Sra. Mary Martinica de la pollería y sus odiosos hijitos gemelos, el rengo Don Chava que cargaba cajas en el mercado, así como Teresita Rubalcaba la que vende verduras. También entre el honorable estaba Don Fermín el carnicero con su esposa Doña Vicky que se sabía tenía amantes. Todos estaban presentes y fueron testigos y participes del zafarranchos que esa noche estaba por ocurrir.

De repente las luces disminuyeron, se abrió el telón y todos aplaudimos con entusiasmo el comienzo el primer acto de la obra. 

Nadie sabe cómo empezó el relajo de la guerra de comida. Después por ahí se supo que los odiosos gemelos de la Sra. Mary Martinica llevaban esa noche a escondidas a un gato chiquito que se habían encontrado el día anterior. Desafortunadamente, frente a los odiosos gemelos de doña Mary Martinica estaba sentada la viuda Rosita Carbajal vistiendo un enorme sombrero de plumas de no se qué. Los odiosos gemelos, aburridos hasta los huesos y sin poder ver nada, pronto empezaron entre ellos a confabular su maléfico plan. 

Al principio del segundo acto, uno de los gemelos agarro al gato chiquito y lo aventó al horrible sombrero de la viuda Rosita Carbajal. El pobre gato se revolcó espantado entre las plumas del sombrero mientras la pobre viuda gritaba fuera de sí, palmoteando su espantoso sombrero, arruinándolo, mientras el gato se fue brincando entre los asientos del honorable, ocasionando tremenda conmoción. Al primero que le brinco fue a Don Chava el que carga cajas en el mercado. Este se había introducido al evento una bolsita de patitas de pollo con habas y salsa Búfalo. Las estaba disfrutando a escondidas cuando el gato le brinco encima. Sorprendido por el animal, Don Chava agarro su bolsita de patitas de pollo y se lo aventó al huyente animal, fallando, pero pegándole a Matías el de la refaccionaria. Este, al ver su fino smokin manchado y con el apestoso olor de las patitas de pollo, volteo y le aventó a Don Chava lo que le sobraba de un sándwich de jamón con queso amarillo que también se había contrabandeado a la obra. El pegajoso sándwich se le estampo mero en la cara del pobre Don Chava. Jovita, la de la tortillería, quien sentía un cariño especial por Don Chava, se enojó y le aventó una lata de Coca  Cola Light que estaba bebiendo al infortunado Matías. Este se agacho mientras la lata surcaba el aire, y esta le pego a Rosita Rubalcaba, desparramando todo el refresco dietético sobre su fino vestido de seda blanca. Rosita Rubalcaba, que de por si le caía muy mal doña Jovita, le aventó una torta de albóndigas a medio comer que también se había metido a escondidas al magno evento. 

Mientras esto sucedía, el pobre y desafortunado gato chiquito andaba corriendo como si lo persiguiera el diablo por debajo de los asientos. Las mujeres gritaban, levantando las enaguas, los hombres se paraban, y al pararse empezaban a ser víctimas de toda la comida que surcaba por los aires del salón. Pronto, toda la sala del teatro se volvió una batalla campal de comida. Por el aire surcaban medias tortas, patitas de pollo, sándwiches, galletas, chocolatitos M&M´s, latas de refresco, bombones , papitas fritas con salsa Valentina, Ruffles, Cheetos Torciditos, chicles, quesadillas, taquitos, sopes, picaditas, flautas de papa y todo tipo de garnachas que se pudieran imaginar. Los odiosos gemelos Martinica brincaban en jubilo y gritaban a carcajeadas su diabólica travesura mientras su mamá doña Mary los empujaba para sacarlos de la sala. Los actores de la opera pararon toda su actuación y el telón empezó a bajar mientras los músicos escondían sus finos instrumentos de la peligrosa garnacheada aérea!

Todo se había ido al diablo! En eso, una voz por el alto parlante anunciaba el fin de la obra debido a los desafortunados acontecimientos y por así convenir a los intereses de la empresa. 

Yo corrí fuera del teatro, bien librado de la batalla salvo por un pedacito de lechuga con crema de algún taquito de pollo que paso volando cerca de mi hombro. Afuera del teatro había un puesto de hot dogs y compre dos para llevar. Pedí mi Uber y mientras llegaba toda el honorable salió del teatro, aun gritando, peleando y aventándose cualquier garnacha grasienta que aún les sobraba.

Cuando llegue a casa, cene mis hot dogs, me baje dos cervezas, pinte esta obra y escribí este cuentito para inmortalizar mi noche de Ópera.

Fin.



5 comentarios:

  1. Me encantó el micro cuento.
    Tan real la descripción, que me imaginé en La Scala da Milano, viendo pasar la campal y yo, sentado desde mi palco, atestiguando soberano desmadre !!!

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    1. Jajajaja!! Exacto! Gracias amigo por tu comentario ☺️👍

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  2. Doña Vicky...se sabía que tenía amantes...se me hace que tú estas en esa lista...

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  3. Los odiosos gemelos Martinica hasta yo los odie, y que bueno que el uber llegó justo a tiempo sino le habrían embarrado el smoking con lo que restaba de un pambazo con todo y su residuo de chorizo con papas.
    Jajaja 😂 muy bueno el micro cuento me sigo riendo. 😂🤣

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